Hemos escuchado hablar muchas veces del sistema linfático, pero, ¿qué es exactamente? .
¿Se pueden tratar las patologías causadas por un problema linfático?.
El sistema linfático tiene dos funciones muy importantes:
– Función en el sistema circulatorio: Contribuye a mantener la homeostasis o equilibrio de los tejidos orgánicos, regula el fluido intersticial, a drenar y transportar macromoléculas como proteinas, ácidos grasos de cadena larga, substancias extrañas y líquidos que por sus características no pueden ser devueltos a la circulación sanguínea, para ser eliminados.
– Función en el sistema inmunitario: Contribuye en todo aquello que concierne al tejido u órganos linfoides y en la producción de células y anticuerpos para la defensa del organismo.
Estas dos funciones están íntimamente relacionadas y condicionadas por la estructura anatómica y fisiológica del propio sistema. Como sus dos funciones son inseparables, cualquier cambio en uno de ellos afectará al funcionamiento de la otra.
La linfa es un líquido que circula por los vasos linfáticos y que tiene un color amarillento, blanquecino o transparente, dependiendo del lugar del organismo donde se forme. En su composición encontramos: agua, proteínas, sales minerales y macromoléculas de grasa. Además, contiene leucocitos, principalmente linfocitos y macrófagos.
Los órganos linfoides son el bazo, el timo, la médula roja de los huesos, las amígdalas y los folículos linfoides de las mucosas y los ganglios linfáticos son estructuras pequeñas y redondas que están interpuestas a lo largo de todo el recorrido de las vías linfáticas. Por lo general no se pueden ver ni sentir fácilmente. Se localizan en racimos en diversas partes del cuerpo como: El cuello, la cabeza, el tórax, las axilas, el abdomen, y la región inguinal.
Se distinguen dos tipos diferentes de alteración linfática:
– Linfedema Primario: Se debe a alteraciones congénitas del sistema linfático que pueden manifestarse desde el nacimiento hasta edades más tardías en el adulto.
– Linfedema secundario: Se debe a una lesión, obstrucción o infiltración de los vasos o nódulos linfáticos por tumores, infecciones, cirugía, obesidad o por sobrecarga del sistema venoso en extremidades inferiores.
Los objetivos principales para tratar una patología del sistema linfático son:
- Minimizar los factores de riesgo de progresión del linfedema.
- Mejorar el equilibrio entre la formación y evacuación de linfa.
- Reducir el volumen de la zona o miembro con edema.
- Disminuir la consistencia del edema o la fibrosis.
- Mantener o restablecer la función de la extremidad o zona afecta.
- Prevenir posibles complicaciones.
Los objetivos secundarios son:
- Disminuir o controlar los síntomas: dolor, sensación de pesadez y tirantez, etc.
- Evitar la limitación de la movilidad articular.
- Mantener o mejorar el aspecto de la extremidad o zona afecta: mejorar la imagen corporal de los pacientes.
- Mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Uno de los problemas más frecuentes hoy en día a nivel del sistema linfático son las secuelas que sufren muchos pacientes intervenidos de algún tumor cercano a algún ganglio linfático. El caso más común es en el cáncer de pecho, ya que en la intervención, o después de recibir quimioterapia o radioterapia, los ganglios pueden sufrir alteraciones.
Especialmente, el hombro doloroso crónico en el tratamiento del cáncer de mama, está presente entre un 25 y 50% de los pacientes.
Las causas del dolor del hombro son múltiples:
- Lesión radicular del plexo braquial quirúrgico.
- Lesión del manguito de los rotadores por sobrecarga debido al aumento de peso de la extremidad y trastorno postural.
- Artropatías o tendinopatías crónicas de hombro reagudizadas por inmovilización prolongada o trastornos posturales.
- Metástasis óseas.